marzo 11, 2009

Las Cartas de Las Ruinas de la Especie III

Las Ruinas de la Especie
VII
Las Cartas

En una vieja caja de cartón, casi desmaterializada, corroída por el tiempo y la labor imperiosa de la humedad y el calor, ahí tiene varias cartas guardadas, ensimismadas, cuyas hojas ya son amarillentas, con olor a recuerdos lejanos, como espacio podrido, como diciendo adiós a este mundo, y aunque en algunas cartas todavía se puede leer sus mensajes originales, en ninguna se puede descifrar su destino y en todas sus remitente es ilegible, no se puede saber para quién eran ni se puede determinar el nombre del que las intentó enviar, tal vez ni si quiera lo intento.
Junto a las cartas también guarda algunas fotografías pero desde que las tiene guardadas ahí, nunca ha logrado descifrar quienes son las personas de las imágenes, es como si fueran fantasmas de alguna vida pasada, una que no se recuerda ni siquiera mínimamente.

Una de las cartas que guarda esta fechada 9 de abril, pero el año no es comprensible y para él la fecha no significa nada, dentro tiene un pequeño poema, el cual lee de vez en cuando, en los momentos de soledad, y con su lectura puede notar cuan solitaria es su realidad. El poema es el siguiente:

El cigarrillo encendido
Y la copa vacía sobre la mesa
En el humo melancolía
En el vidrio cristal recuerdos

Un cuarto mínimo
La mesita en desorden
En el espacio soledad
En la madera pinturas de ella

Una mirada perdida
El sentimiento que se oculta
En la mejilla una lágrima
Y en las costillas, una manzana podrida
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Después de leer los versos que tal vez en algún momento él mismo escribió, enciende un cigarrillo y sirve una taza de café amargo, se recuesta sobre el sofá y olvida lo que acaba de hacer, seguro mañana volverá a leer la carta y el poema, para así saber cuán sola es su soledad.
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2 Los Crucificados que comentan!:

Julia Hernández dijo...

Un vida bastante solitaria, pero si se aferra a esas cartas viejas como un naúfrago en alta mar, quizá esa manzana que tiene entre las costillas no esté del todo podrida. Un relato con una triste realidad, escrito de forma muy tuya, eso me gusta, muy bueno. Me encanta leerte. Saludos.

Zarela Pacheco Abarca dijo...

Siempre recordaremos a esas manzanas podridas. Y aun, quizá, las seguiremos amando a pesar del tiempo, y de vez en cuando, sacaremos esas cartas y todos esos poemas que le hicimos, para no olvidarnos que una vez la tuvimos. Me encantó tu melancólico y poético escrito, cariños.

 
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