enero 22, 2009

The Majestic de Las Ruinas de la Especie

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Las Ruinas de la Especie
(Tercera Parte)

I

The Majestic

Se despertó temprano por la mañana y en su rostro yacían directos los rayos del sol brillante, que se colaban por la ventana semiabierta, las cortinas se movían por una ligera brisa que corría, abrió los ojos y tuvo que cerrarlos de nuevo, era demasiado el resplandor solar, cambió su postura y se quedó así por unos instantes, no había sonidos solo la brisa que se inmiscuía por el cuarto, luego escuchó risas y se levantó, puso de pie, salió de la habitación, observó y una niña de rizos dorados le recordó el brillo del sol de ese mismo día, la niña corrió hacia él y le dio un abrazo, él se arrodilló y la encerró entre sus brazos, así estuvo por un largo rato, hasta que una voz femenina muy delgada y con cierto acento extranjero le dijo:-Buenos Días, el desayuno ya esta listo-.

Ella, la niña y él se sentaron a la mesa, desayunaron tranquilos mientras se reían y platicaban. En el comedor los ventanales eran grandes y las persianas estaban abiertas, dejaban pasar la totalidad de la luz del sol, todo en el ese cuarto se veía dorado, completamente iluminado, bellamente enmarcado, cual pintura de pintor de fama.

Después salieron y caminaron por el parque, jugaron sobre el césped y se rieron mucho, disfrutaron cada instante.

Al final de la tarde se recostaron cerca de un árbol de pino y observaron el atardecer, estuvieron así, quietos, apreciando como el sol se posaba sobre el horizonte y como sus rayos aún brillantes se refractaban por entre las nubes blancas de algodón, formando siluetas de colores naranja matizados por el mejor artista, el espectáculo era enternecedor, como para guardarlo en un recuerdo eterno.

Después de un rato el sol desapareció por completo y con la oscuridad de la noche la niña se durmió, las estrellas empezaron a tiritar a lo lejos, en el universo infinito, junto a una luna llena inmensa, solo comparable con la belleza de una vida en el paraíso.

Caminaron de regreso a casa y él cargaba a la niña ya dormida mientras ella lo abrazaba suavemente, en su trayecto observaban el cielo, sus estrellas, los astros, la luna y toda su esplendor.

De regreso, ya en la casa, recostaron a la niña en su cama y la arroparon, luego ellos se fueron hacia la cocina y prepararon dos tasas de té, las bebieron en el comedor mientras platicaban sobre las cosas que realizaron durante el día, más tarde se fueron a la cama y se recostaron uno junto al otro, en medio de un abrazo cálido y un beso no menos inmenso, se durmieron suavemente y sus sueños fueron bellos, similares a los escenarios de plenitud ocurridos durante su día.

Se despertó temprano por la mañana y su cuarto estaba lúgubre, gris igual que siempre, igual que ayer, se levantó, encendió un cigarrillo, y preparó una tasa de café, se lo tomó amargo, el olor a aire viejo mezclado con el polvo permanecían en la habitación, era un escenario taciturno, obscuro.

Mientras bebía el café pensó que el sueño que tuvo fue hermoso, supo que su vida jamás pudo ser así, fue una imagen ideal, una realidad dislocada, fuera de su vida actual, una ilusión de su mente, de sus deseos y recuerdos más preciados, todo fue solo un sueño Majestuoso.
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Para leer: Primera Parte de Las Ruinas de la Especie Click Aquí
Para leer: Segunda Parte de Las Ruinas de la Especie Click Aquí
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enero 12, 2009

Tu nombre…

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La historia oculta de una manzana podrida
La miseria de un recuerdo perpetuo
Una lágrima seca que brota desde la herida
Una caricia del tacto infinito

Estas son las tristes letras de un desquiciado
Las fantasías absurdas de un imbécil
Las melodías de un grito desesperado

Mil noches se conjugan en una sola
Mil pasados se mutilan con un nombre

Tu nombre…
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