mayo 15, 2008

Las Ruinas de la Especie I

Las Ruinas de la Especie
(Primera Parte)


I

Salió de la casa temprano, aún no nacía el sol, caminó de la misma forma encorvada de siempre, tomó el autobús, no dijo una palabra, su mirada miserable lo acompañaba a todos lados, llegó a la oficina, tomó una taza de café, no hizo nada, no dijo una palabra, se quedó sentado hasta el medio día, después salió a almorzar y regresó con la misma expresión de no haber hecho nada, hizo un par de cosas en la oficina como para disimular el aburrimiento, se fue a casa y nadie lo esperaba, abrió una lata de sardina para cenar y se acostó parsimonio, de la misma forma que lo hizo ayer, al día siguiente fue igual.


II

Caminó por la calle a la oficina, escondió su cabeza entre los hombros por la llovizna que lo rozaba, miró al cielo como para detener la llovizna, no se detuvo, llegó a la oficina y buscó un poco café, se lo tomó amargo, no habló con nadie, aún no conoce a sus compañeros de trabajo, se detuvo junto al escritorio y vio varios papeles, revisó algunos y los archivó correctamente, durante el almuerzo fue a un restaurante de mesas redondas y luz tenue, pidió lo mismo de siempre, caldo sopa sin vegetales, sin carnes y un vaso de agua, de regreso a la oficina no hizo nada, salió del trabajo y se fue directo a su casa con la misma expresión triste de todos los días.


III

Se levantó a las once del día, la noche anterior fue al café de la esquina, donde sirven cerveza cruda, tomó varias jarras, se fue cuando de sus bolsillos no había una moneda más, ni siquiera se pudo embriagar, estuvo solo toda la noche, platicó en silencio con las jarras de cerveza y una a una se las fue bebiendo. Se fue a casa y no llevaba ningún pensamiento, se acostó y no soñó nada. Cuando se levantó fue a la cocina y tomó unas galletas añejas y un vaso de agua, se recostó en el sofá y se durmió de nuevo, en la noche despertó y fue lo mismo del día anterior.


IV

Regresó de la oficina y la casa estaba tal cual la dejó, intacta, nadie lo esperaba, tuvo la misma cena de hace ya varios años, una lata de sardina y un vaso de agua, se recostó en la cama y se quedó dormido, tuvo un sueño. Soñó que soñaba y en el sueño cuando despertó vio en la cómoda sentado en la silla a un gran chancho rosado que frente al espejo se comía con algún gusto excitante todos los libros que tenía, incluso los manuscritos que él había hecho para alguien que ya no recuerda, despertó del sueño y ya era hora de ir a trabajar, se puso el pantalón de los martes y la camisa de los jueves, y se fue a la oficina.


V

El día que no tenía que ir a la oficina no tenía nada que hacer, en la oficina tampoco hacía mucho, se levantó de la cama y se recostó en el sofá, buscaba algunos recuerdos, no tenía ninguno, encendió un cigarrillo, y vio la paz con que el humo se esparcía por el ambiente, tuvo un recuerdo fugaz. La noche anterior a su cópula fue al café de la esquina, donde sirven cerveza cruda, sacó una moneda para pagar y ésta se le fue entre los dedos, cayó la moneda, cayó de filo y se fue rondando hasta la puerta del café, salió del café la moneda y él también, siguió rodando la moneda, brincó un charco, cruzó la calle y se detuvo frente al sanatorio, no recuerda que más sucedió.


VI

Venía del café donde venden cerveza cruda, y ya estaba un tanto dislocado de la realidad, caminaba a través del parque para llegar a su casa, escuchó ruidos extraños entre los árboles, no les tomó importancia, tropezó con una piedra y cayó de rodillas, se sentó en una banca para sobarse la rodilla izquierda, ésta le dolía más. Las noches frías la rodilla izquierda le duele. Se levantó y siguió caminando con las manos en los bolsillos, a lo lejos escuchó una canción de Sabina, que le hizo recordar su embriaguez y su soledad.


VII

Era un día feriado, un día en el cual no tenía que ir trabajar, un día extraño, del cual no estaba totalmente seguro del por qué no había que ir a trabajar, se levantó temprano igual que todos los días y dio varias vueltas por el cuarto, quiso ir a trabajar pero recordó que hace un año en la misma fecha fue a la oficina y no lo dejaron entrar, insistió mucho pero el oficial de seguridad no lo dejó, no iba a hacer nada, pero necesitaba entrar, este año se quedó en el apartamento. Encendió un cigarrillo y tomó un vaso de agua, siguió dando vueltas por el cuarto, fue desesperante, no sabía que hacer, a las tres de la tarde le abrieron el café de la esquina, donde venden cerveza cruda, estuvo hasta la media noche, después fue a casa y se durmió tranquilo, al día siguiente fue a trabajar y no hizo nada, se sentó a observar el escritorio con la parsimonia del crepúsculo.


VIII

En octubre no se baña, por que llueve mucho, y siente por alguna razón poco compresible que no debe de mojarse más de lo necesario. El día viernes después del trabajo no tuvo ganas de tomar cerveza, de hecho se fue tranquilo a casa y de hecho no quiso ni comer, se recostó en el sofá y encendió un cigarrillo, tan solo yacía en ese lugar, aislado de la realidad, observaba el humo, se quedó dormido, tuvo un sueño que no recordó, por que se levantó muy asustado y haciendo un aspaviento, mientras dormía sintió que un zorro vino y le besó la oreja. Después no pudo dormir más.


IX

Durante la mañana despertó e intentó saber que día era, recordó a Gógol y pensó que definidamente no era martumbre, y que no era algún momento entre el día y la noche, después de un rato de consideraciones como las anteriores concluyó que era de mañana y que era viernes trece, sabía que esa fecha significaba algo pero no estaba totalmente seguro de ese significado. Hizo una taza de café a la cual le agregó doce puñitos de azúcar, equivalentes a media cuchara, se tomó el café amargo, mientras bebía a sorbos, leyó el periódico y lo hizo de atrás hacia delante, tal vez así encontraría algo diferente, después se puso el pantalón y la camisa para ir trabajar, también las medias y los zapatos, las medias no eran precisamente del mismo color, no importa en realidad, nadie las ve.


X

Difícilmente recuerda lo que haya pasado antes del día anterior, solía decir que los días eran muy largos y que de los años poco se recuerda, de hecho no se recuerda nada. Exceptuando algunas imágenes fugaces en su memoria, que precisamente no puede ordenar. Recordó que una vez se halló juntando una moneda justo frente al sanatorio local y que en ese momento pensó, “Cómo sabemos que los locos son locos? Si cuando locos piensan que los cuerdos son locos y la función inversa, de tal forma que no habría forma de saberlo de un lado ni del otro, y así, que razón habría de existir para encerrar a un loco? Y por otro lado, a veces también los cuerdos son encerrados dentro y fuera del sanatorio”.


XI

La noche anterior volvió a tener el mismo sueño recurrente, el único que recuerda con mucha perfección. Sueña que es un día normal, pero cuando va por la acera con dirección a la oficina una gran serpiente negra lo roza con la cola y le deja impregnado un olor que no se percibe, pero que la serpiente lo puede olfatear a lo lejos, y lo hace para saber donde están sus presas, cuando lo roza él sabe que será la próxima victima de la serpiente y por ello empieza a esconderse, pero la serpiente siempre lo encuentra y cuando esta a punto de darle la picadura mortal él despierta sudando.


XII

Durante la época de invierno llueve mucho y por ello no le gusta salir a la calle, tiene que cambiar hasta la forma de caminar, no en cuanto a su forma encorvada sino en el péndulo de los pies, dice que así se moja menos. Llega a la oficina empapado y lo que hace de primero es tomar una taza de café amargo, no por que no lo endulce si no por que no lo hace bien, y lo ha intentado cientos de veces pero es imposible, por ello amargo le gusta más. Sobre el escritorio tiene una fotografía de una pequeña niña de rizos y camanances, no sabe quien es. En la oficina nadie le habla y él tampoco siente la necesidad de hacerlo, de hablar. Aunque alguna vez a querido preguntar quien es esa pequeña niña.


XIII

El último día del año es lo mismo que todos los demás, aunque por una cosa para él es distinto, de hecho hay algo que sucede todos los años que es muy diferente al resto de los días del año, pero lo mismo de todos los años. Para la fecha en la oficina obsequian una botella de vino a sus empleados, a él también se la obsequian, aunque nadie le habla y nadie sabe como se llama. En el momento que se la entregan, una chica delgada siempre le pregunta cómo se llama y él hace en un esfuerzo tremendo por pronunciar su nombre, es imposible, no lo recuerda, hace mucho que no lo dice, la chica deja la botella en el escritorio y se va, es lo mismo todos los años.


XIV

Un día por la tarde, de camino a casa, sintió ganas de pasar por el café, donde sirven cerveza cruda, y así lo hizo, buscó el lugar de siempre pero no había espacio, ese día la maestra del Kinder Garden decidió llevar a los pequeños chicos al café de paseo, fue algo extraño, el mismo café de hace tantos años y hoy no podía tomar la cerveza cruda de siempre, se fue a casa con la sensación más rara que nunca antes hubiera sentido.


XV

Los días de abril suele leer mucho, no sabe por que razón el resto del año no tiene la misma necesidad, lee los mismos libros de hace ya casi un cuarto de siglo, seis o siete veces ha leído cada uno de los empolvados libros, recuerda en especial un poema desconocido de un autor no menos desconocido.


Ironía Luseriana

Éstas son las tristes memorias de un poeta
Que soñaba alcanzar una estrella
Y cada día imaginaba subir una escalera
Pobre idiota!!

Un estúpido poeta quiso escribir cien poemas
Y hacer de los poemas peldaños de una escalera
Quiso llegar a la estrella y tocar su cadera
Tonto!!

Con el primer poema...
...su frente en el pavimento
_


Por algunos instantes divaga con esos versos, como imaginándose al triste poeta cayendo de lo alto de una escalera o tal vez lo bajo.


XVI

No desayuda y almuerza siempre en el mismo restaurante y en la misma mesa, durante las noches es lo mismo también, siempre cena una lata de sardina y un vaso de agua. Cuando le quedan cuatro latas de sardina en la despensa va al almacén y compra dos cajas, que contienen veinte seis sardinas cada una. El dueño del almacén tampoco habla con él, cuando lo ve llegar solo alista las dos cajas y se las entrega sin decir una palabra, él deja el monto exacto del precio sobre el mostrador y se va tal cual llegó, sin articular una sola palabra, y sin el más mínimo gesto.


XVII

Camina siempre del lado derecho, tiene estructurado totalmente las rutas por cuales tiene que pasar, de forma tal que nunca tiene que ir del lado izquierdo, aunque eso le represente tener que caminar un poco más, también cuando va por la acera tiene que colocar los pasos en cuadros exactos, no soporta dar un paso sobre una línea donde termina y empieza otro cuadro. En la casa es lo mismo, tiene piso cerámico, debe pararse solo sobre una pieza cerámica a la vez, lo cual a veces le crea complicaciones, además, cuando se baña tiene mucho cuidado con el azulejo, por que pasa igual, solo puede estar de pie en uno solo, tal vez por eso se baña poco.


XVIII

Acerca de lo que le pasó hace algunos años solo queda decir que lo fue interesante en un momento no lo parecía para el resto de la vida, y no es eso lo que piensa él, sino ella, y es que en un principio esa simplicidad y monotonía fue lo que la atrajo, y por ello se unieron, fueron varios años, hasta que los rizos de su producto no los tenía que peinar ella, desde ese momento se fue, y no regreso más, igual se fue su producto, los rizos, por ello, lo que en un momento parecía atractivo, después no lo fue más y esa es la razón por la que él esta en su mesa, comiendo una sardina con un vaso de agua.


XIX
El jueves lo despidieron del trabajo, en realidad no necesitaba trabajar, salió de la oficina y no llevaba nada más que un puño de papeles amarillos, caminó por la acera por cuadros exactos como siempre, tomó el autobús y llegó al café de la esquina, donde venden cerveza cruda, bebió hasta tarde, llegó a su casa y se acostó a dormir, durmió durante tres días, tuvo muchos sueños, los recurrentes, el chancho rosado, la serpiente y el zorro, y también otros nuevos, se despertó dislocado del tiempo y del espacio, desconcertado vio a todos lados y lo primero que atisbó fueron los papeles amarillos que trajo de la oficina, los tomó y se los empezó a comer con cierto gusto de manjar, entre mordidas leía algunas líneas que le extasiaban más el apetito, en alguna página decía una línea “Vosotros sois el gran chancho rosado” y en otra línea leyó “Vos mismo sois la serpiente”, terminó de comerse las páginas y se fue a la cocina, lánguido igual que ayer, igual que siempre, encendió un cigarrillo y tomó una taza de café amargo. Observó el humo del cigarrillo desplazarse por el aire y se quedó ahí, solo, sin hacer nada, cual ruina de la especie.

1 Los Crucificados que comentan!:

ackcire dijo...

Hasta donde esta el alcance de nuestras acciones?? Realmente nos afecta el llamado Estado de las cosas.
Porque no hay peor muerte que la que se da en vida!!

 
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