septiembre 29, 2008

Lo maté y sentí placer al hacerlo

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El origen de mis psicopatologías obsesivas no podría estimarlo exactamente, puesto que creo es bastante profundo y lejano, además algunas son bastante aborrecibles y repudiables, pero la verdad el viernes pasado descargué la mayoría sobre mi victima y más precisamente en su corazón, es más, aún tengo el olor de su sangre en mis manos y su mirada rogándome que no lo hiciera, pero ver el terror en su ojos y sus gritos desesperados no me bastó, tenía que hacerlo y así lo hice.

Creo que todo empezó hace un par de décadas atrás, cuando comencé a notar que mis hábitos se volvían más obsesivos-conpulsivos y por tanto cada uno de ellos se volvía más necesario en mis rutinas diarias, cuando descubrí esa característica de mi personalidad, pensé en algo, dado que mis hábitos se habían vuelto tan incontrolables, cual sería el hábito que debía controlar de forma total para no causarme daño a mi mismo ni a otro individuo? Y la respuesta me causo pavor, mi pensamiento.

Durante ese tiempo había empezado a tener un pensamiento macabro, pensaba en cuan placentero sería sentir el olor de la sangre aún fluyendo, aún caliente de una victima inocente, ese pensamiento se convertiría en una de mis obsesiones preferidas. Desde ese día pensaba muchas veces en eso, se volvió mi pasatiempo favorito, en mi placer más salaz, era una obsesión lujuriosa pensar en como sería la mejor forma de logar mi cometido, solo quería tener en mi mente y en mi imaginación cual sería la estrategia más precisa para asesinar, para matar.

Después de mucho tiempo y de tanto pensar con precisión y exactitud en todas las posibilidades, determiné la forma exacta para ello, para lograr calmar mi obsesión, que cada vez se volvía más recurrente a mi conciente e inconsciente, y no solo sabía cual era la manera exacta de matar sino que también me dispuse a llevarla a cabo, cada vez sentía un poco más de placer oscuro por que sabía que pronto mi obsesión se volvería una realidad.

Lo primero fue encontrar una victima, lo cual no fue difícil, la escogí del vecindario, de la misma calle, luego la vigilé por varios meses, cada paso, cada gesto, cada comida, todo su horario, toda su vida, todo lo llevaba anotado en un librillo negro, que sería el diario de un asesino, la bitácora que llevaría hasta el día que moriría, hasta el momento en el que perpetraría el macabro acto.

El día exacto de su muerte, el viernes, me levante temprano, como las 5:00 am, pero sentí que era ya tarde, tal vez producto de la impaciencia, sabía que la mejor forma de llevar a cabo el maligno plan era durante la mañana, por que no había mucha gente despierta y no había nadie en su casa. Caminé hasta su apartamento con el arma en el bolsillo derecho de atrás del pantalón, llevaba una camisa blanca, manga corta, una corbata negra y como siempre mi sombrero de ala ancha. Llegué a mi destino, al lugar donde toda mi obsesión se acabaría o tal vez apenas estaba por empezar, no toqué la puerta, la forcé y entre directo a la cocina, herví un poco de agua y me preparé un café, lo bebí rápidamente por que atisbé que ya faltaba poco.

Ya eran casi las 6:10 cuando la victima pasó a la cocina y cuando la vi pasar, tan pura y virginal a través de los rayos del amanecer, sentí unas ganas incontrolables de matar, de calmar mi obsesión, solo tenía una imagen en mi mente, sangre, quería ver sangre, entonces la tomé del cuello y levanté mi mano derecha y le clave el puñal con toda la fuerza sobre el pecho, la primera puñalada se la di sobre una costilla, sabía que eso no la iba matar y que con eso no sería suficiente, quería sentir la sangre brotar, gritos despavoridos se escuchaban, intentaba incansablemente de soltarse pero más fuerte la sujetaba yo, y le di una segunda estocada, cuyo punto final fue su corazón, entonces si vi como un río de sangre se desbordó sobre mi mano y como esa sangre caliente, hirviendo, empezaba a esparcirse por el piso, vi como la vida se le iba y como sus ojos poco a poco se iban cerrando mientras daba sus últimos suspiros, cuando ya la sangre no fluía y su vida ya se había ido me senté por unos instante a apreciar como una simple victima había saciado mi obsesión, sobre el piso yacía inerte, muerta.

Luego, salí y dejé el cadáver ahí donde mi obsesión tuvo su plenitud y saciedad, caminé a mi casa con el arma en la mano, ensangrentada, aún caliente. Cuando estuve en mi casa me lavé las manos, luego salí al supermercado y compré un kilo de jamón para desayunar, regresé y preparé el desayuno, el jamón lo hice rodajas con el mismo cuchillo con el que temprano cometí el asesinato, me sentí pleno de placeres, de los más oscuros.

Ese día calmé mis pensamientos obsesivos, ya no pienso más en la sangre, ya no pienso en lo que pasó ese día, ni siquiera en la victima, sin embargo confieso tener otras obsesiones nuevas, tal vez más oscuras.
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septiembre 23, 2008

Leyenda De Un Anillo

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En la espesa bruma de Cartago y sus viejas edificaciones de color gris con matices de metales carcomidos, ahí tuvo lugar esta historia, tan real como el nombre de ella. Y cuando pienso en esa chica recuerdo sus labios, que eran como sandias, por suaves y jugosos, mas aún enmarco en mi memoria su último beso, tan juguetón y con tanto sabor a adiós.

Su nombre es alegoría a la plenitud de gracia, ella es la mujer que durante esa época se mantenía en pensamientos. La conocía por que durante mis estudios universitarios fue mi compañera, pero luego por los vaivenes del destino, del azar, de la suerte, de la casualidad o de cualquier otra cosa, la volví a ver en mi vida, y al verla pensé en un poema.

El poema lo escribí en una hojilla de papel y lo di en sus manos, al leerlo ella suspiro y luego el primer beso me dio, he ahí el inicio de una unión.

Después de algún tiempo y en pleno el aniversario de su natalicio le obsequié un anillo, cuyo significado yo no entendí de primera mano, sino hasta tiempo después, cuando llegó en día del adiós.

Me gustaban sus manos y sus labios, más aún, su piel canela y su mirada de niña, cada día quería verla y percibir su presencia, pero con el pasar de los días, las diferencias entre sus convicciones y las mías se volvieron un problema, y poco a poco nos alejamos y no encontramos reconciliación.

Por los días de julio se dio la fatal separación, no fue nada tormentosa, fue una separación en convención, y su última mirada la tengo tan presente como su sonrisa eterna.

Ese mismo día de nuestra separación ella asistió a una cena familiar, yo no estaba presente, pero cuentan quienes si estuvieron presentes y pueden dar testimonio de ello, que en cuanto ella se sentó a la mesa el mismo anillo que yo le regalé en señal de mi cariño, en mil pedazos se rompió y del anillo nada quedó, al igual que de nuestra unión.

Ahora comprendo que ese anillo significaba nuestra relación y que en cuanto no estuviéramos más juntos, el susodicho aro no tenía por que existir, y ahora sé que eso la sabe bien el destino, y por ello esta es la leyenda de un anillo que significó una anión.
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septiembre 08, 2008

A Cada Péndulo Muero

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No he escrito hace mil noches
Tal vez la soledad me llenó la camisa
Tal vez tu partida fue demasiado
O quizás ya no recuerdo tu nombre

Fue hace largo tiempo,
Mil noches para ser exactos

Incluso ahora casi no te sueño
Como solía verte,
Tan diáfana,
Tan total,
Ya estás en mi mente,
Como presagio de nostalgia

Ahora bien, quiero confesarte,
Algunas veces te pienso, en soledad,
Cuando leo las rimas
Que dedicaba a ti, a tus curvas,
Pero esos poemas ya los quemé en olvido,
O al menos eso he tratado,

Sí, en las noches de luna
Recuerdo haber escrito
Más de mil canciones a tu nombre
Y creo que estos son mis ultimos versos
Que voy a dedicarte a ti morenita

[Qué sucede morenita?
No llores,
Solo duerme,
Y luego despierta tranquila]

Las despedidas son algo triste [eso creo]
Quizás por esa razón no dijiste adiós
Te fuiste aquel 9 de abril
Y yo no te vi partir

Luego, escuché a Sabina y su melaconlía
Y trate de escribir algo
La verdad no pude, no me alcanzó,
No me dejaste nada,
Cada verso exacto y cada rima,
Todo se fue en tu carterilla de vinil

Y juro haberlo intentado todas las noches
Desde que no estás aquí,
Cada momento sin ti
En un intento fallido
Ya no tengo tus labios,
Que me reciten versos vivos
Cuan triste es mi vida ahora

Pero esta noche es distinta
Aunque igual es fría y de tiniebla

Quiero que estos sean mis últimos versos
Dedicados a ti

Ya no quiero esta melancolía crónica
Que me acompaña a cada instante
Y me recuerda cuan sola es la soledad

Son tan pazcos mis días
Que si hoy te escribo,
Mañana juro hacerlo de nuevo

Como no estas aquí, tu sigues ahí
Entre cada línea y letra de mis visiones

Por eso estos versos son tuyos, totalmente,
Al igual que éste, que no solo los escribe,
Si no que también los vive,
Y que también, a cada péndulo muere
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