diciembre 18, 2013

Cartas: Bonsoir

Bonsoir

Il ne faut compter que sur soi-même. Et encore, pas beaucoup…

Qué largo es el tiempo, como vías de tren infinitas, así lo siento, pero bueno eso es parte de todo, de la vida, de la caída y del desprecio, que me tienes ahora, sé que es culpa mía, pero como decía antes, el pasado es pasado, y nada se puede hacer, es una locura hablar de lo mismo.

En medio del calor diáfano de la costa norte escribo esta carta, como parte de algo que fue y que no veo más, por cualquier razón, pero esa es la realidad, actual, y no me siento bien, pero que le vamos a hacer?, ni modo...

Solo quería decir “Bonsoir”, que disfrutes, allá lejos de mí, aunque taciturna para mí, solo una vida, y es en la que tu estas allá, lejos y lejana, un poco más, como tratando de olvidarme…


Aunque sé que es solo una frase tonta, hasta pronto…

octubre 02, 2013

Romances en París

En los adentros del Sena

Corre el agua de París 
Y en ese mismo río
Me has dejado morir

Frío viento, viento atroz
A dónde va? O de dónde viene?
Nadie sabe, o quiere imaginar
Más hila el traje del ausente

Qué extraño! Qué bonito...
La gente que camina
Unos se enamoran, otros se suicidan 
De todo pasa en París

El sol no se ha dormido
Y las hojas ya se arrastran
Suelo amarillento, qué será?
Se acerca el invierno

A la orilla del Sena, otra vez
Recojo tus recuerdos
Para no morir como un tonto
O sentirme un poco menos [al menos]

Qué triste esta la ciudad...
Tanto narcisismo es odioso
Yo ya me cansé del mío
Lo mandé por el metro

Todo es tan artista
Que parece una pintura
Pero la vida es otra
Todo es una mentira [verso original censurado]

Y para no seguir con estos versos, necios
Termino con una verdad
Tan bella es la ciudad
Que sin ti, me parece una más....

""

agosto 28, 2013

El Navío


Su familia a la orilla
El agua no burbujea
El aire es fino
Huele a tierra mala
Lágrimas llenan el lago
La cordillera oculta el oasis
El navío en lo profundo,
en lo obscuro se va
Una madre llora
Un padre lo recuerda
Y un hermano juega,
con un barco de papel


abril 16, 2013

Romances Impuros II


Me deleitan tus labios
Suaves, de espuma
Cuando se derriten,
en mi boca, de chancho

Romances Impuros II
Puedo vivir en tu cuello
Místico, noble
Robarte con mis manos,
de bellaco

Y así como soy yo,
te llevo a mi lecho
en medio de voces

Tu piel grita...

Ahora no escapas, tu cintura
Ahora veo, tus muslos
Ahora puedo oler, tu excitación

Déjame,
que después dormiremos,
como nubes...
Bajo sábanas blancas, de Holanda

abril 03, 2013

Romances Impuros

De nube, tu piel, suave
Deslizo mi mano sucia
Por tus muslos juguetones
Y se enciende tu calor

Romances Impuros
De flor, tu olor, ligero
Rozo mi labio húmedo [de sexo]
Por tu cuello misterioso
Y se prende tu sabor

Ahora no me detengo
Extraigo tus jugos
Mientras cierras lo ojos

Y ahí, bajo las sábanas blancas...
escucho tus gritos silenciosos
Ya estoy dentro de ti...

marzo 03, 2013

Las Ruinas de la Especie III


I
The Majestic

Se despertó temprano por la mañana y en su rostro yacían directos los rayos del sol brillante, que se colaban por la ventana semiabierta, las cortinas se movían por una ligera brisa que soplaba, abrió los ojos y tuvo que cerrarlos de nuevo, era demasiado el resplandor,  cambio su postura y se quedó así por unos instantes, no había sonidos solo la brisa que se inmiscuía por el cuarto, luego escuchó risas y se puso de pie, salió de la habitación, observó y una niña de rizos dorados le recordó el brillo del sol de ese mismo día, la niña corrió hacia él y le dio un abrazo, él se arrodilló y la encerró entre sus brazos, así estuvo por un largo rato, hasta que una voz femenina muy delgada y con cierto acento extranjero le dijo:-Buenos Días, el desayuno ya esta listo.

Ella, la niña y él se sentaron a la mesa, desayunaron tranquilos mientras se reían y platicaban, en el comedor los ventanales eran grandes y las persianas estaban abiertas, dejaban pasar la totalidad de la luz del sol, todo en el ese cuarto se veía dorado, completamente iluminado, bellamente enmarcado. 

Después salieron y caminaron por el parque, jugaron sobre el césped y rieron mucho, disfrutaron cada instante, al final de la tarde se recostaron cerca de un árbol de pino y observaron el atardecer, estuvieron así, quietos, apreciando como el sol se posaba sobre el horizonte y como sus rayos aún brillantes se refractaban por entre las nubes blancas, formando siluetas de colores naranja matizados por el mejor pintor, el espectáculo era enternecedor, como para guardarlo en un recuerdo eterno, después el sol desapareció y con la oscuridad de la noche la niña se durmió y  las estrellas emperezaron  a tiritar a lo lejos en el universo infinito, junto a una luna llena inmensa, solo comparable con la belleza de una vida en el paraíso, caminaron de regreso a casa y él cargaba a la niña ya dormida mientras ella lo abrazaba, en su trayecto observaban el cielo, sus estrellas, sus astros, la luna y toda su esplendor.

De regreso recostaron a la niña en su cama y la arroparon, luego ellos se fueron hacia la cocina y prepararon dos tasas de té, las bebieron en el comedor mientras platicaban sobre las cosas que realizaron durante el día, más tarde se fueron a la cama y se acostaron uno junto al otro en medio de un gran abrazo y un beso no menos inmenso, se durmieron suavemente y sus sueños fueron bellos, similares a los escenarios de plenitud ocurridos durante el día.

Se despertó temprano por la mañana y su cuarto estaba lúgubre, gris igual que siempre, se levantó, encendió un cigarrillo, y preparó una tasa de café, se lo tomó amargo, el olor a aire viejo mezclado con el polvo permanecían en la pieza, era un escenario taciturno, mientras bebía el café pensó que el sueño que tuvo fue hermoso, supo que su vida jamás pudo ser así, fue una imagen ideal, una realidad dislocada, fuera de su vida actual, una ilusión de su mente, de sus deseos y recuerdos más preciados, todo fue solo un sueño majestuoso.                        


II
El polvo

Se hallaba posado, incrustado, asentado sobre todos sus muebles, que no eran muchos, estaba tan presente que casi no se notaba el color original del mobiliario, el sofá parecía haber acumulado la mayoría de las épocas durante las cuales había existido, todo a través del polvo que mantiene sobre el, ese amigo inseparable que se inmiscuía tan profundo en cada espacio, incluso en los lugares que nunca serán vistos, en abismos desconocidos.

El polvo no se mueve, por que no existe ningún tipo de flujo de aire que le ayude a desplazarse, tiene varias capas definibles exactamente por cada década de existencia, de vida.

En su apartamento él nunca limpia puesto que nunca ensucia. El polvo para él es un único visitante que lo acompaña en sus momentos de soledad, siempre. El polvo para él es tiempo transcurrido, y como el tiempo no le importa el polvo mucho menos, todo es atemporal.

Los únicos lugares donde no se encuentra el polvo son los que enmarcan su figura, su cama tiene la forma de su silueta dibujada, la silla donde se sienta para comer, en la mesa el circulo del plato, que coloca cada vez que lleva su religiosa comida, el sofá donde se recuesta a fumar cigarrillos Romeo y Julieta, esos y algunos otros lugares, muy pocos, son los únicos donde el polvo no ha dejado su huella temporal, ácrono para él.

    
III
La Sardina

Cuando el sol estuvo meridiano una sensación de vacío estomacal lo invadió, sintió la necesidad irrestricta de comer, hambre. Caminó a la despensa y solo quedaba una lata de sardina, fue un punto irracional en su vida, puesto que siempre tenía cantidades varias de latas de sardinas pero nunca una única, siempre eran bastantes, suficientes para los casos de escasez y normalidad, igual tomó la última lata y sacó el mismo plato de siempre junto con el mismo vaso de todos los días.

El vaso lo llenó de agua que salía de un grifo tontamente oxidado, incluso el agua está un tanto oxidada, puesto que las viejas tuberías de cobre nunca han recibido mantenimiento, el agua con su color amarillento tiene un sabor a metal viejo, seco y carrasposo, frío y agudo a las papilas. Puso el vaso sobre la mesa en el mismo lugar.

Luego colocó el plato en su lugar y abrió la lata de sardina y la vertió sobre el plato, pero algo no era normal, un olor putrefacto empezó a brotar, poco a poco el olor fue invadiendo el ambiente, la sardina estaba podrida, no era comestible, el olor era asqueroso y repulsivo, se mantuvo estático por algunos instantes, con estupor observaba incluso algunos gusanos salir de las entrañas de la sardina, estuvo así petrificado hasta que atisbó la situación, reconoció que no podía hacer nada.

Reconoció que con el pasar del tiempo hasta lo más resguardado tiende a podrirse, a expedir ese olor rancio y sucio, supo que ese proceso de descomposición y putrefacción sería su destino final, su último sueño.


IV
El Gran Chancho Rosado

Lo vio sentando frente a su cómoda leyendo algunos libros viejos, gruñendo y emitiendo sonidos extraños, de esos que durante las noches oscuras asustan, lo observó y como supo que se trababa de un sueño no hizo nada, solo se quedó ahí inmóvil recostado en su cama, apreciando lo que el gran chancho rosado hacía.

En un instante cerró los ojos tratando de despertar, ya estaba cansado de observar y escuchar el espectáculo que el chancho le presentaba, luego abrió los ojos y aún se encontraba soñando, aún él se encontraba ahí, en su cama, y el animal yacía sentado  todavía frente a su cómoda, pero ya no leía, la bestia se reía a carcajadas, risas rimbombantes se escuchaban por todo el cuarto, se incrustaban en sus oídos, perturbaban su mente, mientras más lo observaba más se reía y de sus fauces, por la risa incontenida, espuma de la saliva se colaba entre los dientes y chorreaba por el hocico, la imagen era grotesca, cuando intentaba despertase desvió su mirada y observó el espejo de la cómoda, que con una pintura blanca tenía escrito en el la frase “Dimitte nobis débita nostra”.

Después de leer esa frase pudo despertar, se levantó lentamente, encendió un cigarrillo y se recostó sobre el sofá.      


V
Las Escaleras

Para llegar a su apartamento desde el primer piso tiene que subir  la escalera, 56  escalones exactos, pero él tiene que hacerlo en solo 54 pasos, puesto que 54 si es un número divisible entre 9, cuyo cociente es 6, esto lo hace desde la segunda vez que subió las escaleras y contó los pasos, sabía que tenía que hacer algo para poder dividir el número de pasos ya sea entre 3 o entre 9 y que su cociente fuera un número entero.

El 3 y el 9 son los únicos números que a su parecer son bonitos y exactos en el sistema numérico, son su simetría perfecta.

Para dar los 54 pasos exactos tiene que iniciar con un paso doble en el primer escalón y terminar de la misma forma, con un paso doble al final de la escalera, esta costumbre la tiene desde la segunda vez que bajo las escaleras, la primera fue para contar los escalones y determinar la forma correcta de subir y bajar las escaleras.

Aunque parezca extraño para él todo tiene que estar en múltiplos de 3 o de 9, para él todo esta representado en la vida en ciclos de 3 o de 9, incluso las veces que se baña en una semana, el siete es un número primo, es decir, solo se puede dividir entre si mismo o entre la unidad, y por otro lado, el seis es un número divisible entre 3, esto quiere decir para él que lo correcto es solo bañarse 6 veces a la semana, el sétimo día nunca se baña, esta es la razón científica del por que no se baña los domingos.


VI
El Lavatorio

Sus desgastadas manos manifiestan algo de sus psico-obsesiones, de su cuadrada vida, la transparencia de sus palmas es producto de las muchas veces que durante el día va al lavatorio, a acicalarse de esa suciedad que lo corrompe, a cada instante una necesidad imperiosa lo guía a ese lugar inmaculado, se frota las manos fuertemente con una espuma vieja y mucho jabón, abundante agua oxidada es la que se encarga de purificar sus extremidades.

A cada momento tiene que sentir sus manos limpias y pulcras, libres de la contaminación del mundo, de lo que no le pertenece, de lo que no es natural de él, el ambiente, su entorno, todo es para él una invasión a su ser, a su integridad.

Tiene varias cajas de jabones guardadas para que nunca le falten, todos de la misma marca y con olor neutro, inodoros, blancos y rectangulares, por que los jabones de formas redondas le parecen imperfectos, y por ello cada vez que utiliza un jabón y éste por el uso pierde su forma rectangular, sus esquinas exactas, sus bordes lineales, cuando ya no es perfecto tiene que botarlo.

Para él sus manos limpias son algo que no se puede olvidar en ningún momento, aunque no estén sucias, algo en su interior le dice en que instante tiene obligatoriamente que librarse de las impurezas que lo atacan, de lo que no es parte de él, de la mierda del mundo.
   

VII
Las Cartas

En una vieja caja de cartón, casi desmaterializada, corroída por el tiempo y la labor imperiosa de la humedad y el calor, ahí tiene varias cartas guardadas, ensimismadas, cuyas hojas ya son amarillentas, con olor a recuerdos lejanos, como espacio podrido, como diciendo adiós a este mundo, y aunque en algunas cartas todavía se puede leer sus mensajes originales, en ninguna se puede descifrar su destino y en todas sus remitente es ilegible, no se puede saber para quién eran ni se puede determinar el nombre del que las intentó enviar, tal vez ni si quiera lo intento.

Junto a las cartas también guarda algunas fotografías pero desde que las tiene guardadas ahí, nunca ha logrado descifrar quienes son las personas de las imágenes, es como si fueran fantasmas de alguna vida pasada, una que no se recuerda ni siquiera mínimamente.

Una de las cartas que guarda esta fechada 9 de abril, pero el año no es comprensible y para él la fecha no significa nada, dentro tiene un pequeño poema, el cual lee de vez en cuando, en los momentos de soledad, y con su lectura puede notar cuan solitaria es su realidad. El poema es el siguiente:
El cigarrillo encendido
Y la copa vacía sobre la mesa
En el humo melancolía
En el vidrio cristal recuerdos

Un cuarto mínimo
La mesita en desorden
En el espacio soledad
En la madera pinturas de ella

Una mirada perdida
El  sentimiento que se oculta
En la mejilla una lágrima
Y en las costillas, una manzana podrida

Después de leer los versos que tal vez en algún momento él mismo escribió, enciende un cigarrillo y sirve una taza de café amargo, se recuesta sobre el sofá y olvida lo que acaba de hacer, seguro mañana volverá a leer la carta y el poema, para así saber cuán sola es su soledad.
 

VIII
La puerta

En su apartamento la puerta no tiene seguro, no tiene nada, y la explicación para ello es muy sencilla y al mismo tiempo obvia y deprimente, no existe razón para que alguien llegue a su puerta, de que alguna persona lo visite, no tiene amigos, incluso sus vecinos no saben que él vive ahí, para la gente ese es un lugar inhabitado, vacío desde que se construyó, nadie nunca toca a su puerta, ni siquiera los ladrones tienen razón para acercarse a ese apartamento, como si supieran que dentro no hay nada de valor.

La puerta del apartamento 9 es solitaria y taciturna, como su dueño, que es el único que la ha tocado durante las últimas décadas, sus bisagras gruñen cada vez que se abren y se cierran, que no es muchas veces al día, ni siquiera el viento se atreve a pasar al apartamento, la soledad y el enclaustramiento son el mejor repelente.

Durante los días de verano a veces se logran colar por la puerta semiabierta algunos rayos de sol, pero cuando él se da cuenta de ello, inmediatamente la cierra fuertemente, y los insípidos rayos corren hacía afuera para no quedarse encerrados en ese lúgubre lugar, para no perderse en ese abismo de oscuridad incierta y tenebrosa.

La puerta se abre pocas veces durante el día, incluso durante varios días puede que no se abra, como en el mes de octubre, que se abre la solo una vez por semana, únicamente lo necesario, y eso es algo que solo se puede explicar por alguna  de sus psico-obsesiones compulsivas, tal vez la más oscura de todas.       



IX
El Sueño

Para él un día normal es un día cuadrado, uno en el que no tenga que hacer nada que este fuera de su cuadrado mundo. Levantarse, fumar un cigarrillo Romeo y Julieta, servir una tasa café amargo y observar como el humo que exhala se disuelve en el funesto ambiente en el que vive, todo esto sería un día normal, un día perfecto, vestir su traje igual que ayer, su sombrero de ala ancha y sus zapatos negros, como si el tiempo no existiera, ese es su deseo, que nada se modifique, que todo siga cæteris páribus, estático.

Durante una de las madrugadas frías del año tuvo un sueño, de esos que realmente desconciertan al durmiente y después de proceso onírico solo pudo permanecer en vigilia, como un noctambulo en sus pensamientos.

Soñó que estaba durante su juventud y que aún estudiaba en la universidad, pero no era una carrera normal, estudiaba algo relacionado con la medicina, algún tipo de alquimia extraña, y se encontraba en un cuarto completamente blanco, un laboratorio químico al cual antes de ingresar debía desinfectar el cuerpo, pero este proceso de eliminación de microorganismos no se hacía solo, una persona estaba encargada de ayudar en la desinfección, y la ayuda consistía en rociar un polvo blanco sobre el cuerpo, un polvo sin olor y suave al tacto, debía esparcirse por toda la anatomía y una vez terminado el proceso de desinfección se puede ingresar al laboratorio.

En su sueño cuando ya estaba dentro del laboratorio se percato de algo extraño, la persona que lo ayudó en la limpieza le tatúo algo en la espalda mientras realizaba el proceso de desinfección, le dibujó tres calaveras, dos de un tamaño regular y la tercera levemente más pequeña, entre las tres formaban un triangulo equilátero perfecto, y bajo las calaveras también tatuó una inscripción “Gólgota”.

Al alba se levantó de la cama insomne, desconcertado del sueño que acababa de tener, preparó una taza de café amargo y lo bebió recostado en el sofá, mientras meditaba acerca del advenedizo sueño.

  
X
El Paraguas

A cada instante que tiene que salir debe llevar consigo algo que no puede olvidar, algo que siempre lo acompaña, y el día que no lo lleva es la premonición de algo más grande, que va más allá de su propia existencia, miserable de por sí.

Durante la primavera o el invierno, no importa la estación del año él, cada vez que debe ir fuera de su tenebroso apartamento siempre lleva su paraguas, forma parte de él, de su integridad, es la protección que lo ayuda a sobrevivir en el exterior, fuera de su hábitat, que es el único lugar donde realmente se siente confortable, su apartamento, por que con el pasar de los años éste se ha convertido tan parecido a él, que prácticamente si observa su apartamento por algunos instantes se puede determinar algunas de sus afecciones psicopáticas más extremas, su interior más oscuro.

El paraguas abierto lo protege de la intempestiva lluvia o de la leve garúa, es único, solo ha tenido uno en toda su vida, exigua existencia, que fue un obsequio de alguien cercano, pero que en su memoria, obsoleta de facto, no tiene claro de quien se trata, tal vez fue su padre o alguien cuya figura es muy similar a la paterna, pero imposible de saber.

El paraguas ha resistido el pasar del tiempo y ha sido su compañero en todos sus momentos. Desde que se lo obsequiaron, nunca ha salido sin él, con algunas excepciones, una de ellas fue el día que cerraron el café donde servían cerveza cruda, y no lo llevo con él, por que sin saberlo dentro de sus entrañas una alteración inusual lo llevó a la determinación de que algo iba a suceder y que aquello que iba a darse no era algo bueno para él, y que por lo tanto no existía razón para hacerse acompañar de ese amigo, el paraguas, por que de todos modos ese día no iba a ser un día normal, igual a los demás, no iba a ser un día cuadrado, como los que le gustan a él.            


XI
El día de su muerte

El día de su muerte está seguro que será un día nueve de un mes impar, por que el nueve es el número exacto para él, el número más significativo del sistema numérico,  también, de una forma presuntuosa ha llegado a la conclusión de que el día de su muerte el sol no se va a ver, ni siquiera como un reflejo en la luna, ese día no habrá, y las nubes eclipsarán el sol, ese día el viento soplara sin fuerza pero será constante. Todo esto lo ha visto en un sueño, pero después de verlo en su psique, ha pensado bastante sobre el tema.

Ese día será perfecto por que se sentirá completo al fin, no tendrá que cambiar de vestimenta más, se quedará para siempre con su traje a la medida, como siempre lo quiso, de negro total como la oscuridad de las noches amargas, y se quedará estático como a él le gusta, impávido, dormido, pretendiendo que la vida fue un sueño y que ahora en su cuadrado nuevo mundo nada existe más que él, solo él, sin movimiento, muerto, como siempre. 

Ni el tiempo ni el espacio existirán el día de su muerte, como si nunca hubieran existido, ese día será único, por que el nueve es el alfa y el omega, es el día de su muerte, el nueve es el cuadrado del primer impar, el número de meses del embarazo, es la perfección, puesto que al noveno mes nace el hombre, es capaz de dar vida, para él es el número preciso, en su caso el nueve será la muerte exacta.

El nueve es el ermitaño, el maestro, y tal vez la palabra eremita sea la que define muchas de sus actitudes psicológicas, el nueve son los tres lados del triángulo al cuadrado y de igual forma las hojas del trébol, la enéada, es algo que trasciende mas allá de su estructurada vida, la que le ha costado tanto construir.  

Para él el tres es el número de la creación, puesto que representa la tierra, el cielo y el infierno, y el cuadrado de esos tres elementos es el nueve, lo que significa el retorno al principio, al génesis, a la última verdad, la definitiva, el Teth.    



XII
La Cerveza Cruda

Cuando solía ir al bar donde servían cerveza cruda, su forma particular de tomar también era exacta y extravagante, igual que cada uno sus malditos hábitos, precisos y cuadrados. Solía beber en múltiplos de tres, es decir solo podía tomar siempre y cuando el número de jarras que ingiriera al dividirlo entre tres diera como resultado un número entero, exacto.

Dependía de la hora, si por ejemplo era por la tarde podía tomarse entre nueve y veintisiete jarras de cerveza cruda, todo de acuerdo a su estructuras costumbres, y las cantidades estaban determinadas dentro del intervalo, solo bebía las cantidades cuyos valores son divisibles entre tres, por ejemplo, nueve, doce, quince, dieciocho, veintiuno, veinticuatro y veintisiete.

Si era de mañana podía tomar entre nueve y cuarenta y dos jarras de cerveza cruda, en este sentido dependía del estado de ánimo, que en la mayoría de los casos era el mismo, como en el resto de sus rutinarias actividades, y por esa misma razón la gran parte de las veces siempre bebía la cantidad máxima.

Se sentaba encorvado y lánguido, no pronunciaba ni una palabra, solo estaba ahí, solo y aislado como un velero sobre la mar, todos en el bar lo conocían, por su ausencia presencial, por rostro inexpresivo y sobre todo porque su imagen taciturna denotaba algún tipo de encuentro oscuro en su interior, en sus adentros, algo funesto pesaba en sus entrañas, algo amargo, como los remedios para los niños.

Cuando bebía, sin importar el momento, cada vez que iba al bar donde servía cerveza cruda, dentro de sus premisas era un hecho que no podía dejar de tomar un mínimo de nueve cervezas, era algo normal y requerido para él, como todo lo demás que lo rodeaba y que él mismo se había encargado de crear así, y bebía de esa forma por que tomar tres cervezas era muy poco para él, mínimo e insignificante, casi insultante para su entrenado paladar, y según sus propias reglas el siguiente número que lo satisface es el nueve, por ello cada vez que iba al bar donde servían cerveza cruda lo menos que ingería eran nueve jarras de cerveza cruda a temperatura ambiente.


XIII
El Rincón de la Alquimia

En su apartamento existe un lugar específico, que él solía llamar el rincón de la alquimia y que ahora no es más que un lugar de viejos recuerdos, algunos casi imperceptibles, como el resto de su inútil existencia.

Está ubicado al fondo del apartamento, justo en una esquina, cuyas paredes están despintadas de un color grisáceo y se siente un olor áspero a amoniaco y en el cielorraso hay una mancha amarilla, bordeada por un color negro desmaterializado, la mancha da la impresión de ser una puerta a algún lugar privado, algo más propio. En su rincón tiene varios instrumentos metálicos herrumbrados y de cristales manchados por el desuso, que sirven para realizar procesos de destilación y mezclas químicas, búsquedas de la verdad, tal vez la piedra filosofal o alguna otra de sus incógnitas más entrañadas acerca de la existencia, tal vez la purificación de las substancias lo llevan cerca de las respuestas que andaba buscando.

Ahí, en ese lugar tiene algunas probetas, tubos de ensayo, embudos y otros instrumentos que por su apariencia son bastante extraños, como para imaginarse procesos en suma misteriosos, cosas que podrían causar miedo en las más tiernas e inocentes mentes.  

En su rincón de la alquimia pasaba largas horas durante su juventud, realizando procesos químicos, que de alguna manera los distraían y mantenían en pensamientos más concisos, aunque misteriosos, no como ahora que divaga en abstracciones y realidades paralelas o alternativas, confusiones filosóficas de una mente sin recuerdos y en decadencia.

La principal actividad que realizaba con sus extraños aparatos era la destilación de alcohol, su propio alcohol, que realizaba de una forma religiosa y precisa, cada sábado, iniciaba temprano, y se quedaba ahí estático observando como la ebullición realizaba su trabajo, como la transparencia del líquido mostraba su esencia, tal vez la pulcritud que buscaba para su existencia.

Ese era uno de sus placeres más salaces, ser capaz de tener en sus manos la posibilidad de crear sus propios avituallamientos de alcohol, además de que realizar los procesos lo ensimismaba de la forma que más le gustaba. Pero con el tiempo ya no lo hizo más, no encontró razones ocultas, ni mayores verdades que las que ya había encontrado, y sobre todo se dio cuenta de que la cerveza cruda era mejor para su paladar, por ello no volvió a destilar su alcohol y comenzó a ir al bar donde servían cerveza cruda.       


 XIV
El Café Turquino

Aquel día se despertó normal, igual que todos los días, se levantó y se puso el traje, el mismo de siempre, encendió un cigarrillo Romeo y Julieta, en su mirada un cierto aire de superstición se hacía notar, como la brisa fría de la muerte, determinó su incapacidad de temor, y trató de servir una taza de café amargo, no fue posible, ya no había, no tenía dentro sus vituallas nada, ni siquiera un poco de café. Se percató de su necesidad y de inmediato, sin presura pero constante, se dispuso a salir para comprar un poco café, tomó su paraguas y su sombrero de ala ancha.

En la calle caminó como siempre lo hace, exacto, y en su mirada ya era evidente la necesidad impetuosa que lo llevaba sobre el camino, rítmico y acompasado fue su armónico caminar, su destino fue como el resto de vida, fijo y sin variaciones, estrecho.

Mientras caminaba solo un pensamiento invadía su mente, algo lo embarazaba de dudas, era la posibilidad de no encontrar el café que necesitaba, la marca que siempre había comprado, con la que siempre tuvo la oportunidad de entrenar su paladar, su obtuso pensamiento no concebía algo distinto, para él solo podía ser café tal y como siempre lo había sido, de hecho la forma de prepararlo también era meticulosa, como el resto de sus actividades, la cantidad de agua era exacta para dos de café, que era lo que siempre tomaba, nunca tomaba un café recalentado, siempre fue recién hecho, ni más ni menos, solo dos tasas, y la cantidad de café también la medía, aunque para él la medición es algo personal, pero sistemático, en el sentido de que no varía, siempre su intuición lo llevaba sobre el mismo camino, la misma medida, tan precisa, como una balanza analítica. Todo ello forma parte de su rito, y por ello una única variación en alguno de los detalles lo podrían hacer caer en paranoia, aunque en su impresión eso no es capaz de notarse, es inexpresivo, aunque en su interior el conflicto es mayúsculo e intempestivo.

En su camino a la tienda vio algunas cosas que le parecieron extrañas, fuera de lo normal, más allá de lo compresible por él, y de hecho lo determinó como algún tipo de premonición fatal, un destino manifiesto. Al caminar de su forma característica, se percató de que en un paso, colocó su pie izquierdo sobre una línea blanca que cortaba diagonalmente un cuadro de la acera, y eso lo vio extraño, porque primero que todo, nunca vio esa línea antes y nunca antes había pisado una línea en su caminar. 
     
Otro aspecto que determinó muy raro fue el hecho que no hubiera nada en la calle, ni una sola persona en las aceras, nadie, ni automóviles en el asfalto, fue realmente extraño, por ello miraba con cierto grado de extrañeza sobre su hombro, esperando divisar a alguien, no porque le importara ver a alguien, es más nunca se sintió mejor al caminar que ese día, la soledad era extrema y así le gustaba a él, pero eso no era normal, y la neblina cuasi visible le daban un cierto aire de misticismo al ambiente.

Cuando llegó a la tienda donde vendían café, la más grande sus perturbaciones se hizo realidad, ya no había, se dejó vender puesto que solo una persona lo compraba, él.  La tienda dejó de importar el café Turquino, y el sintió un metal que poco a poco le comprimía el corazón, como un caparazón de tortuga, y el corazón se le aceleraba sobremanera, fue una pesadilla hecha realidad y lo único que pudo hacer fue regresar a su casa con la misma expresión de siempre, ensimismado y perdido en una congoja magnificente, en una muerte lenta.

No era capaz de comprender la realidad de su desgracia, estaba metido en la más grande de sus frustraciones, corrió dentro de sus pensamientos tratando de encontrar una respuesta su desesperación, ni siquiera podía pensar, estaba ahogado en sensación de desazón, inmerso en un hoyo negro, deseaba poder tomar la mancha en el cielorraso del rincón del alquimista como puerta y trasladarse a una dimensión paralela, una más acorde con sus cuadrada vida, más amable con sus psico-obsesciones, pero no era posible. Se fumó varios cigarrillos Romeo y Julieta, estaba desolado, se recostó en el piso y ahí se quedó estático y mortal, después se quedó dormido, como perdido en otro mundo.

Por la mañana despertó normal, sin recuerdos, se levantó y encendió un cigarrillo, y camino impávido, estructuramente, se desplazó para preparar un café, lo hizo, lo sirvió en la misma taza de siempre, se sentó con otro cigarrillo y la taza de café, trató de recordar el sueño que tuvo, pero no fue posible, tenía la mente en otro lugar, uno más oscuro y fijo, como su obtusa vida, la que es su propia ruina.  

marzo 01, 2013

Romances Deshonestos

Que caiga el labio atrevido
Sobre tu piel fresca
Sobre tus colinas
Que camine por tu vientre
Lento y luego de prisa [como demente]

Que llegue hasta tus labios
Húmedos, empapados de sexo
Comer tus muslos
Uno a uno destrozarlos

Como algodón de azúcar
Deshacer tu cintura
Con mis manos
De chancho, de patán

Rozar mi barba en tu espalda
Causarte escalofríos
Templar tu espina dorsal
Hacerte gritar

Y sabes que adoro?
Sobremanera tocarte
Tu piel blanca
Y sobre todo,
subirte la falda.



febrero 28, 2013

Del Romance para morir...

Qué haces corazón de hierro?
De plata vieja

Qué haces corazón de palo?
De madera seca

Que haces ahora?
Cuando te desarmas,
en pequeños alfileres
Como frío,
caído de cielo
Como lluvia húmeda
Que mata y que sonríe

Dónde te has metido?
A dónde llevas mi destino?
Como zorro y como viento

No seas necio
No seas patán
Déjame en libertad
Pulcra y jovial, una tontería

Pero échame ya!
Que quiero vivir al fin
Dejar esta mierda,
al menos ya para morir
Aquí en la vereda...

febrero 27, 2013

Mal o mal

A mis tantos y tantos
Años y años, más
Qué he hecho?
Qué he dejado de hacer?
Qué he hecho mal?
Qué torpe!

Y ya cuando el tiempo
Y su compromiso
Se comen mi ceniza
Ahora pienso, qué he hecho?
Qué he dejado de hacer?

Y si abro mi cancionero
Tengo las mismas preguntas
Cortantes y duras
Qué he hecho?
Qué he dejado de hacer?

Y aquí en mi ataúd
Sólo tengo mi traje
De chancho
De viejo

Y la pregunta
Qué he hecho?
Qué he dejado de hacer?
Mal o mal
No lo digas más
Mal o mal
Ya lo sé...

febrero 08, 2013

Romances Enterrados

No ha llegado la noche
Mas mi destino es obscuro
Y siento como va la brisa
Aquí afuera, en un lago taciturno

Qué dice el tiempo?
La última verdad
Que ya solo un recuerdo
Y solo viven mis penas

Y si éste es mi último aliento
Solo quiero verte
Para llevarte es mis adentros

Y si éste es tu último beso
Quiero que sea ahora
Porque luego....ya estaré muerto

enero 21, 2013

Romance Somnoliento

Con la noche viene la lóbrega sombra
Y en sus ojillos cerrados
Cae inerte el sueño
Como para recordar a su amado

En las tinieblas aparece el retrato
Blanco y negro, como viejo
Transparente y ahumado
Como queriendo ir con el viento

Y ahí donde reposa el cuerpo
Es donde vivió aquel [amado]
Que se fue hace ya tiempo

Mas a su cama siempre viene el venero
De aquel silencio obscuro,
que ahora es sólo un muerto

enero 16, 2013

Romance del Caído

Así reza la leyenda
Siempre muere al final
Ya todos lo sabían
Mas él aún, no lo prevenía

Y era de noche
Cuando llegó la hora
Con miedo y estupor
En la silla esperaba

Nada podía hacer
Nada podía decir
Sólo esperar, reposar la comida

Y se fue tranquilo
Nadie lo extrañó
Ya nadie se acuerda del caído

enero 15, 2013

Romances Atrevidos

Tus senos son grandes y jugosos
Me parecen sandías,
Dulces, como para beber,
en las mañanas y al mediodía

Y por la noche continuo
Por qué me parecen bonitos
Me encanta ver con las manos,
mientras cierras los ojitos

Qué perfectos dice el sabio!
Los que nacen de tu pecho
Para vivir en mi labio

Y qué si soy ladino?
De noche te llevo a mi lecho
Y no me importa ser atrevido!

enero 14, 2013

Romances Desconocidos

Cuánto adiós tiene el olvido!
Me lo dijiste otra vez [por última vez]
El anillo de frente
Se traga lo perdido

Qué blanca te veo!
Pulcra y virginal, como me gusta
Mas mira te vas por un sendero
Caminas junto a un animal

Y cómo vives ahora?
Seguro descansas en su lecho
Amargo sabor de otrora

Y cómo vivo ahora?
Tal vez ya he muerto, se secó mi pecho
Sacro olor que añora

enero 11, 2013

Romances del Difunto

De qué color es el traje de un muerto?
Tal vez negro o gris, no!
Color olvido
Qué triste saberlo

Hoy está ahí en su lecho
Tranquilo, inerte
Como niño
Como queriendo verte

Y es que el muerto no se mueve
Es aire inmaculado
Que busca mejor suerte

El muerto ya dejó de vivir
Esta dormido
El muerto vive en mí...

enero 09, 2013

Romance de tu rostro

Cuán blanca es tu cara!
Pálida, como papel
Clara, como nube
Suave, como pluma

De dónde nacen tus ojillos?
Acaso de tu rostro?
Son grandes
Inmensos símbolos que hablan

Cómo vive tu nariz?
Acaso de aire?
Tal vez de mi...

Y a quién regalas tu labio? [húmedo]
Acaso a otro?
Tal vez a mi...

enero 08, 2013

Romance Obscuro

Deseo tu cuerpo
Tanto como comerlo
Probar tus dedos,
beber tus jugos

Que extraña phagia,
pero imagino tu sabor
Cual banquete de rey,
servido en mi mesa

Pero no te escondas
No tengas miedo
Sólo es un placer

Jamás lo haría,
y si lo hiciera
solo lo haría una vez...

Romance Farewell

Frío viento noctámbulo
Que acaricia mi puerta
Y entra cual feroz dueño
Para dormir su siesta

Y ya con el aliento gélido
Las imágenes regresan
Cual lúgubre sueño
Sobre la vieja mesa

Y sigue la noche fresca,
el muerto en la cama,
y el beso que besaba

Con la sábana blanca (de Holanda),
se ha ido otra vez,
Mas ya no volverá con el alba...


 
El Crucificado Blog Ə | 2008 - 2008 | Derechos de El Crucificado