El Oráculo de mi vida
Extraño, una palabra que me parece carente de sentido en este momento, de hecho me parece que no se ha inventando la palabra para expresar lo que siento en este momento, aunque suene ególatra o en extremo narcisista, en mi defensa puedo decir que solo quien esta en sus caminos sabe cuánto pesa su chaqueta, o como dicen los cristianos su cruz.
Nunca se termina de conocer a alguien, hasta que ese alguién se convierte en una imagen etérea, un recuerdo, y ahora su esencia se transforma en una posión maligna de venero inoculada en cada espacio de la memoria y el tiempo es un boticario que día a día y a sorbos hace que ese veneno cumpla su magnifica función.
La metamorfosis de una persona no tiene limites, incluso la inmensidad del mar parece finita, pero honestamente no vengo a escribir sobre eso, que ya de por si, toda la humanidad sabe de sus degeneraciones y aberraciones, no hay mucho que contar.
Lo que en realidad vengo a escribir hoy es que parece que hace algunos años usé anteojos para ver los mundos pequeños que me iban a girar en el presente, con aquel escrito que publiqué hace casi 6 años, y que hoy recuerdo, Federico se hizo realidad.
Federico lo escribí en un taciturno día de noviembre, pero hoy me parece incluso más oscura mi realidad en abril.
Todos los demonios de mi mente me parecen tan pueriles, extraña mi realidad, y por demás decadente mi historia, en fin, lo único que ahora puedo decir con certeza es que Federico es el oráculo de mi vida...
El crucificado,
Más que nunca.