
No preciso el momento pero fue ya hace algunos años cuando me relataron esta historia, es una anécdota urbana, y se dio en la Antigua Estación del Ferrocarril al Pacífico, en Barrio La Dolorosa, San José.
El sistema de ferrocarriles de Costa Rica estuvo inactivo por muchos años, por ello la visión actual que se tiene de la Estación es una lúgubre, llena de metales
grandes y herrumbrados y ese olor a soledad crónica, hace poco la visité y por ello recordé esta historia.
Sus altos galerones y maquinas estacionadas hacen remembranzas a algún tiempo de gloria y de gran apogeo, imagino muchos personas movilizándose hacia todas direcciones, maquinistas, mecánicos, misceláneos y quien sabe cuantas personas realizarían ahí labores que ni si quiera puedo imaginar.

Aunque estaba inactivo el servicio de ferrocarriles no significa que el Incofer (Instituto Costarricense de Ferrocarriles) dejara de funcionar, por que aún se mantenían bajo contrato algunas personas, por ejemplo los viejos y arrugados vigilantes que resguardaban los activos de la vieja estación (que como dije antes no son más que un montón de armatostes viejos e inutilizables), pero bien uno de dichos vigilantes me contó esta historia.
No son muchos los vigilantes que se atreven a quedarse la noche completa dentro del galerón donde está estacionado el “Vagón 17”, de hecho quien me contó esta anécdota dice que prefiere pasar la noche en la partes más lejanas al vagón, como en el palomar o en la entrada anterior, en ambas el frío es muy intenso y las noches se hacen muy largas, el palomar esta a unos 6 metros del suelo y se puede ver la totalidad de la estación pero esa altura y por estar en la explanada la brisa es muy fuerte y por ello el frío implacable, por otro lado, la casetilla de vigilancia del entrada anterior no tiene vidrios y esta muy dañada, prácticamente se esta a la intemperie, durante las noches la neblina se hace muy espesa y esto aunado al frío crea un ambiente no muy placentero para los vigilantes nocturnos.

Respecto del miedo que tienen del “Vagón 17” dicen que cuando la noche empieza y la neblina brota, en los galerones de la vieja estación se pueden escuchar sonidos, rumores extraños de un pasado, de esos que dan miedo, sobre todo cuando se esta solo, y que los sonidos son más fuertes en el galerón donde esta estacionado el “Vagón 17”. Cuentan que durante las noches quien se atreve estar en ese galerón puede ver como una mujer vestida de blanco y pálida se pasea por el viejo y destintado vagón, tal vez sea una alma en pena o tal vez esto sea solo una leyenda urbana.
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