El sistema de ferrocarriles de Costa Rica estuvo inactivo por muchos años, por ello la visión actual que se tiene de la Estación es una lúgubre, llena de metales grandes y herrumbrados y ese olor a soledad crónica, hace poco la visité y por ello recordé esta historia.
Aunque estaba inactivo el servicio de ferrocarriles no significa que el Incofer (Instituto Costarricense de Ferrocarriles) dejara de funcionar, por que aún se mantenían bajo contrato algunas personas, por ejemplo los viejos y arrugados vigilantes que resguardaban los activos de la vieja estación (que como dije antes no son más que un montón de armatostes viejos e inutilizables), pero bien uno de dichos vigilantes me contó esta historia.
No son muchos los vigilantes que se atreven a quedarse la noche completa dentro del galerón donde está estacionado el “Vagón 17”, de hecho quien me contó esta anécdota dice que prefiere pasar la noche en la partes más lejanas al vagón, como en el palomar o en la entrada anterior, en ambas el frío es muy intenso y las noches se hacen muy largas, el palomar esta a unos 6 metros del suelo y se puede ver la totalidad de la estación pero esa altura y por estar en la explanada la brisa es muy fuerte y por ello el frío implacable, por otro lado, la casetilla de vigilancia del entrada anterior no tiene vidrios y esta muy dañada, prácticamente se esta a la intemperie, durante las noches la neblina se hace muy espesa y esto aunado al frío crea un ambiente no muy placentero para los vigilantes nocturnos.