julio 22, 2016

Confesiones de un poeta muerto I

Desde hace algunas noches he intentado escribir algunos versos, de lo que sea, pero lamentablemente parece que mi inspiración o tan solo las palabras decidieron irse de mí, y la verdad es que se fueron y parece que no volverán, que triste realidad.

Al día de hoy son 500 noches de insomnio y con ello 500 noches sin poder escribir…la vida de un poeta son sus palabras, las que puede ordenar para que transmitir un algo, para alguien, para algunas personas o solo para sí mismo, para tener recuerdos, memorias de vida, algo que merezca la pena de ser escrito para recordarse.

Dichosamente nunca me jacté de poeta, hoy sin palabras, soy menos que nada, como un árbol sin ramas, o un cielo sin nubes. Y lo más triste de esto es que sin poder escribir nada, parece que la vida se ha sido, y con ello parece que no se ha vivido, como si no se hubiera sufrido o disfrutado, como si la vida hubiera pasado en un momento estático y plano.

Doy la vuelta atrás y observo como pasaron los años y de ello tengo que algunos recuerdos, algunos buenos, otros mejores, y no podría olvidar los malos. Pero al verme sentado hoy acá, tratando de escribir, siento que todos esos recuerdos son nada, son como sensaciones que deseo olvidar y que por ello no tengo el ánimo para escribir sobre mis sensaciones, mi vida se ha ido y no la he sentido, como un ser inerte.

La vorágine de situaciones en estos años son tan flácidas que no quieren que se escriban, que melancolía me da el tiempo, perdí mi tiempo y lo peor de esto, es saber, que como el tiempo es tiempo, no volverá, y lo que sucedió ya no puede revivirse si no es en recuerdos, pero si no se puede escribir, nunca más revivirá ni siquiera como un melancólico recuerdo.

Solo para no extender más esta deprimente confesión, resta decir, que espero que las 500 noches que me quedan, al menos pueda dormir.


 
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