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El día de su muerte

Ese día será perfecto por que se sentirá completo al fin, no tendrá que cambiar de vestimenta más, se quedará para siempre con su traje a la medida, como siempre lo quiso, de negro total como la oscuridad de las noches amargas, y se quedará estático como a él le gusta, impávido, dormido, pretendiendo que la vida fue un sueño y que ahora en su cuadrado nuevo mundo nada existe más que él, solo él, sin movimiento, muerto, como siempre.
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Ni el tiempo ni el espacio existirán el día de su muerte, como si nunca hubieran existido, ese día será único, por que el nueve es el alfa y el omega, es el día de su muerte, el nueve es el cuadrado del primer impar, el número de meses del embarazo, es la perfección, puesto que al noveno mes nace el hombre, es capaz de dar vida, para él es el número preciso, en su caso el nueve será la muerte exacta.
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El nueve es el ermitaño, el maestro, y tal vez la palabra eremita sea la que define muchas de sus actitudes psicológicas, el nueve son los tres lados del triángulo al cuadrado y de igual forma las hojas del trébol, la enéada, es algo que trasciende mas allá de su estructura vida, la que le ha costado tanto construir.
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Para él el tres es el número de la creación, puesto que representa la tierra, el cielo y el infierno, y el cuadrado de esos tres elementos es el nueve, lo que significa el retorno al principio, al génesis, a la última verdad, la definitiva, el Teth.
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